En cuestión de 3 minutos te puede cambiar la vida. Vivimos muy confiados en que todo dura para siempre, o para casi siempre. Creemos que la muerte está lejana, muy lejana, y que ya nos tocará. ¿Qué esté lejana significa que ya no nos dolerá?, pero,¿realmente pensamos eso porque lo creemos? o ¿lo pensamos para no tener miedo a la muerte?, o ¿miedo a pensar que perderemos a alguien querido en algún momento? Es muy egoísta. Todo es tan egoísta, que por no decir buenas noches pensamos que no pasa nada, pero ¿si fuera su última noche? ¿ de verdad no dirías buenas noches o un te quiero? Si no lo haces te pesa, te pesa como una puñalada en el estómago, y aunque llores, grites, sigue ahí el puñal.
Deberíamos pensar en el ahora, que digo ahora, que hago ahora, a donde voy ahora, no en el futuro, en el qué haremos, en el qué diremos, porque a lo mejor ya es tarde; o ¿a lo mejor ya no es tarde para ti?.
Como dijo Canserbero: “la muerte no es más que la vida invertida, al fin y al cabo la muerte va tan segura de ganar que de ventaja te da una vida”. Y qué razón tenía, no es que no sepamos lo que tenemos hasta que lo perdemos, sinó que, sabemos lo que tenemos, pero pensamos que no lo vamos a perder, que será “para toda la vida”, pero no queremos creer que toda una vida pueden ser dos semanas más, unas horas más o unos años más.
Así pues, es importante ser más sensibles con lo que amamos, cuidar a quien nos cuida y tener una mirada cariñosa y atenta a nuestro alrededor. Seguro que nos ayudará a acercarnos y compartir la vida con más intensidad.